31 de enero de 2013

Atender activamente y pensar críticamente


Atender activamente en clase y seguir atentamente los razonamientos que se exponen es un primer paso del proceso de aprendizaje de cualquier materia. Al hacerlo bien, se consigue disminuir considerablemente el tiempo que hay que dedicar posteriormente a repasos y ejercicios de consolidación en casa. Además, conseguir un resultado deseado invirtiendo menos tiempo es lo que llama ser eficiente y es algo que complace.

Otra cosa es pensar criticamente. No se trata de criticar o de pensar negativamente, sino de un modo de pensar metódico y lógico que nos permite llegar a una conclusión fiable o un juicio razonable y objetivo, tener una base veraz, libre de distorsiones, prejuicios y equívocos y, por tanto, poder mejorar la calidad de nuestras decisiones, de lo que hacemos o construimos en base a nuestros razonamientos y, en definitiva, mejorar nuestra calidad de vida.
No es algo fácil, porque requiere conocer las propias tendencias a prejuicios y simplificaciones, requiere tener amplitud mental y disponer de un bagaje de herramientas de razonamiento lógico y sólido.
Pero es algo que ya debe empezar a desarrollarse a nivel escolar mediante el planteamiento de problemas que estimulen su ejercicio y fomenten las destrezas en:
- plantear cuestiones con claridad y precisión
- reunir, analizar y evaluar información objetiva y adecuadamente, estableciendo claramente sus límites de aplicación
- llegar a soluciones y conclusiones bien razonadas y someterlas a prueba.

El razonamiento crítico es además una herramienta indispensable de las ciencias, que permite progresar y  evitar explicaciones erróneas (aunque a veces resulten chistosas) y su ejercicio debe ser por tanto también un objetivo de las clases de refuerzo en ciencias naturales y matemáticas.

Ha salido hace relativamente poco una serie de minivídeos educativos, financiada por el ministerio de educación australiano y dirigida a jóvenes de 10-14 años (aunque es también interesante para todos los públicos), que presenta de forma muy amena las bases del pensamiento crítico.
Creo que vale la pena verla y además hay una versión subtitulada en español a la que podéis acceder a continuación.
Comprende 6 capítulos de unos dos minutos de duración cada uno, en los que se tratan los siguientes temas básicos:
1.- La argumentación lógica
2.- La falacia lógica o lógica falsa
3.- La falacia del hombre de paja
     (caricaturización de los argumentos del oponente tergiversando sus palabras)
4.- Cuestiones de subjetividad
5.- La falacia del jugador
6.- Precauciones e incerteza inevitable

(acceso al vídeo en YouTube - a la transcripción)

Puede enmarcarse perfectamente en el tema del capítulo 2 la explicación incorrecta y chistosa de la variación estacional del número de horas diurnas que tratamos el otro día.
En este caso, las premisas (ideas de partida) en las que se basa la explicación son:
Premisa 1 - el hecho físico de que al aumentar la temperatura, se dilatan los cuerpos sólidos, líquidos y gaseosos (exceptuando la anomalía del agua entre 0 y 4 grados), lo que puede explicarse también con el modelo cinético-corpuscular (cuanto mayor es la temperatura, tanto más vibran las partículas elementales en un sólido o tanto mayor es el espacio que recorren en promedio en un gas).
Premisa 2 - la observación de que los días se alargan en verano, cuando hace más calor, o de que se acortan en invierno, cuando hace más frío.
Ahora bien, combinar estas dos premisas para llegar a la conclusión de que los días se acortan porque encogen por efecto térmico es incorrecto o una falacia lógica.
Razón:
La premisa 1 se refiere a objetos (sólidos, líquidos o gases) y un día no es ningún objeto de este tipo.

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